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Yolanda Hidalgo (enóloga) en la Bodegas Joaquín Fernández en Ronda

 
Este, mi primer artículo, va dedicado a Nerea Pérez, joven enóloga que murió al caer en un depósito de vino, posiblemente a causa de un desmayo por el carbónico de la fermentación.http://www.infobierzo.com/fallece-una-joven-en-salas-de-los-barrios-tras-caerse-al-interior-de-un-deposito-de-vino/128349/
La noticia de Nerea me lleno de conmoción y dolor. Muchas veces no somos conscientes de los riesgos reales que entraña esta profesión, especialmente en vendimia, cuando las jornadas son inacabables. En vendimia uno se juega todo el año.
 
Os preguntaréis qué hacemos los enólogos. Hay gente que me dice “Bonita profesión a la que te dedicas. Me encanta el vino!”. Otros me dicen “¡Qué bien!, ¡todo el día bebiendo vino!”
 
Nuestro trabajo es desconocido -desde mi punto de vista- y sólo se ve de ella el lado romántico y glamuroso, que también lo tiene. Un amigo enólogo me dijo un día: “Yolanda, hay que ser enólogo de bata, bota y corbata”; en mi caso de tacones altos. Y es así. El trabajo de enólogo abarca un abanico tan amplio…
 
Nuestro trabajo empieza en la viña; la base de nuestros vinos está ahí. Uno de los trabajos más importantes es, sin duda, la poda, donde empieza la cosecha. Nos pateamos la viña de arriba abajo, sobre todo en los meses de abril a septiembre. Te levantas por la mañana y lo primero que haces es ver el cielo y la página de aemet: ¿Lloverá hoy? ¿Qué humedad habrá en la viña? ¿Habrá que tratar? Miramos las hojas, los racimos en su crecimiento buscando algún indicio de oidiomildium, ácaros, plagas o enfermedades que hacen que la calidad de nuestros vinos baje.  Y esperamos nerviosos el momento de comenzar la vendimia.
Con las botas llenas de polvo y barro llegas a la bodega y te pones la bata blanca. Revisas los partes de trabajo que dejaste el día anterior. Trasiegos, filtraciones, estabilización, tratamientos de clarificación, barricas… Todos los trabajos hasta tener el vino listo para embotellar.
Pero no todo es vino. También tenemos que hacer otras tareas que a la mayor parte de los enólogos nos gusta muy poco, como a todo el mundo, que es la parte de papeles: libros de agricultura, consejo regulador, inspecciones, calidad-trazabilidad, auditorias…
 
Además de la viña y la bodega nos abrimos a otros espacios. Tenemos una parte social que resulta de la mayor trascendencia, de la que depende que el vino elaborado disponga de la recepción y distribución que merece. Una labor que, personalmente, me gusta y enriquece. Disfruto dando a  conocer a la gente los vinos que elaboramos en catas, ferias y eventos. No hay nadie mejor para ilustrar sobre un vino que el propio enólogo que lo elabora.
 
Y llegamos a la fase final, en el momento en el que los consumidores, la gente, prueba tu vino y… ¡Que ilusión hace el que una persona que acabas de conocer y no sabe que eres tú el que elabora el vino que se está bebiendo y te comenta: “¡me encanta!”. Te sorprende el escuchar, en un momento dado, así, por casualidad, la marca de un vino que tú elaboras y escuchas algún elogio… ¡Ay!, ,eso te llena de orgullo y de una enorme satisfacción. Es lo que realmente anima a seguir adelante.
Pero no os sorprendáis si un día estáis con un enólogo y, de pronto, se pide una cerveza. Creed que resulta de lo más normal.
 

           Yolanda Hidalgo
(Ydalgo Asesoría Enológica)

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