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Una vez finalizada la vendimia comienza una de las épocas más espectaculares, el otoño.  A medida que se acorta el día y bajan las temperaturas, las hojas  de la viña comienzan a cambiar de color. Se tiñen de colores amarillos, rojos, ocres… Y nos dice que se va “a dormir”. Necesita descansar, coger fuerzas para el año que viene.
 
 
Imagen de Yolanda Hidalgo: Quinta da Mieira en  Douro Superior (Portugal).
 
Otros colores en cambio, están en plena actividad.  Los ocres y verdes del castaño se mezclan con el rojo del madroño. Los verdes y negros de las aceitunas con las marrones de las bellotas. Y si miramos al cielo, podemos ver los bandos de las aves migratorias en forma de flecha negra como las grullas. Y los amantes de las setas invaden el campo con sus cestas en busca del preciado tesoro. En cambio, la viña se retira dejando a su paso los colores de su “piel de otoño”. Las hojas comienzan a amarillear y a caer al suelo, crujientes y resecas.
 
Imagen de Yolanda Hidalgo: Finca Sanguijuela en Ronda (España).

Desde el punto de vista fisiológico esto es debido a que cuando la cepa deja de crecer en el mes de agosto, se produce el agostamiento del pámpano, es decir, los tejidos empiezan a enriquecerse de sustancias de reservas. Y como consecuencia de este enriquecimiento, se pierde la clorofila modificando su color y adquiere al mismo tiempo más consistencia convirtiéndose en sarmiento. Es en el mes de octubre a noviembre cuando comienzan a bajar las temperaturas  y se produce la caída de la hoja.


 
La viña se ha encargado de alimentar a sus hijos, los racimos, y después cuando ellos se independizan, se empieza a cuidar  a sí misma y coger fuerzas para el año que viene. Como las “hormiguitas” va almacenado comida para el invierno. Las sustancias de reserva que contienen las hojas descienden hasta el brazo, tronco y cuello. Las hojas como consecuencia se amarillean o se tiñen de varios colores, se desecan y caen finalmente. De ahí esos colores tan bonitos que vemos ahora en la viña. Entrando en su reposo invernal. Decansad mis pequeñas…
 
Para terminar me despido con el poema de Juan Ramón Jiménez.
 
Su piel de otoño
muda las hojas verdes
en rojizo ocre. 
La vieja viña
pinta con acuarelas
nuestro paisaje.
Viña de otoño,
que avivas mis pupilas
con tus encantos.

 

Imagen de Yolanda Hidalgo en Ronda (España).
 
Gracias por estar al otro lado.
         
Yolanda Hidalgo

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