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Autora del dibujo Teresa Salguero Fontán
 
Después de recibir el año con ilusión, llega la noche de reyes magos, una de las más especiales del año, en la que esperamos nerviosos e impacientes a ese mágico momento que queremos vivir lo más intensamente posible, aunque el tiempo va pasando y ya no se es un niño. Y todos,  mayores y pequeños, nos resistimos a caer en los brazos del sueño, para descender inquietos hacia el pasadizo de la imaginación y la fantasía iluminada por esa estrella de Oriente. Despertaba y deslizaba los pies hasta el fondo de la cama para así poder tocar los regalos dejados encima, sintiendo que aún no se había marchado la magia. Y salía con miedo de la habitación por si me encontraba algún rey mago.
 
En esta noche dejamos agua para que los camellos y una pequeña bandeja de dulces y otras cosas para que pueden coger fuerzas para todo el recorrido. Todo esto acompañado de una copa de vino para cada uno de nuestros reyes de Oriente.
 
A Melchor que proviene de Europa  y al que siempre vemos con su larga barba blanca portando el oro como ofrenda al niño Jesús, el rey mayor, con experiencia. Para él, un vino tinto reserva con un largo recorrido en la vida como ha sido la suya. Con muchos aromas terciarios de la crianza en barrica con matices especiados y redondeado por su tiempo en botella. Aunque pensándolo bien, como hace tanto frío por la noche, tal vez le guste tomar un reconfortante vino caliente alemán con canela, clavo, naranja… Tendremos que tener los fogones preparados o dejar un termo caliente y unas tazas.
 
Para Gaspar, el más joven de los tres reyes de oriente, el pelirrojo que, aunque parece que procede de Escocia, viene de Asía portando el incienso como ofrenda. Disfrutaría de un vino espumoso blanco o rosado, con mucha fruta blanca y recuerdos de aromas de panadería como levadura, brioles y mazapán. Aunque, por su origen tal vez le apetezca un Sake que haga entrar en calor al cuerpo.
 
Y por último, Baltasar, el exótico del grupo, de piel negra con turbantes de colores llamativos y alegres, que viene de la lejana y misteriosa Babilinia. Por la influencia de las colonias portuguesas que también están relacionadas con los ingleses, creo que disfrutaría mucho de un copita de Oporto, de una quinta pequeña o tal vez también, por traer la mirra al Niño Jesús, una resina aromática, le encantaría un vermut por tener ese componente aromático de vino especiado.
 
Todo acompañado de mazapanes, turrones y el roscón de Reyes.
Ya tenemos garantizado para otro año más ese guiño mágico de sus majestades de Oriente.
 
Y a tí gracias, por estar ahí,
Besos
 
Yolanda Hidalgo