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Una tarde quedé con un amigo para tomar un vino, durante la conversaciones comenté que había estado catando la tarde anterior en la cofradía. Me miró extrañado pero “cofradía de semana santa, ¿te refieres a ese tipo de cofradía?  ¡Claro que no! Le respondí. Esta es una cofradía del vino, donde el único dios es Bacoo Dionisio.


Muchos no habréis escuchado hablar de ella pero en Extremadura, al igual que en otras zonas vitivinícolas, tiene una institución que vela y adora a este benevolente y delicioso dios. La necesidad de contar con un grupo de cofrades que se comprometieran a mantener vivo el valor de los vinos de Extremadura, surgió como todas las cosas importantes, de una manera sencilla y cotidiana, en una conversación entre Marcelino Díaz y Aniceto Mesías  de vuelta uno de sus viajes a Sant Sadurní d’Anoia


Esta idea terminó tomando forma una tarde de café, naciendo en 1980 “La Cofradía de Tierra de Barro”, que posteriormente, terminó llamándose “La cofradía de Ribera de Guadiana y Cavas de Almendralejo”, con el lema de promocionar la cultura del vino en general, y en particular, los de Extremadura. Y así en 1987, una comitiva viajó hasta Roma y se trajo consigo el identificativo de “Ciudad Internacional del Vino” para la Ciudad de Almendralejo. Nada más y nada menos.

 
 
 
Descubrí la Cofradía por su presidente Marcelino Diaz, que me invitó a formar parte de las catas que organizaban los martes. Me acerqué una noche y descubrí una verdadera familia vitícola: amigos, buen ambiente y hospitalidad. Se respiraba respeto y pasión en un entorno donde todos, no solo los profesionales del vino, sino también gente de otros ámbitos como la enseñanza, la administración, antiguos bodegueros de la zona, contables, comercio, etc. Una mezcla edades y ámbitos que hacía muy enriquecedora y entrañable las reuniones de estas catas.
Catas que son un verdadero misterio al ser a “catas a ciegas”, algo que lo hace más divertido y difícil a la vez. Compartir una botella de vino y buscar una forma de describirlo siendo al mismo tiempo un vehículo de comunicación. Y siempre la grata sorpresa de encontrarte con un vino extremeño entre ellos.  
 
Cada año se incorpora nuevos cofrades. Este año hemos tenido el honor de ser integrantes de la misma, Nuria Almendro, Marina Moreno y yo, siendo elegido cofrade mérito Dº Diego Nieto de bodegas Romales, por su trayectoria profesional dentro del vino en Extremadura.       
 
 
 
 
 
 
 
Es la única que tiene como medallón un “calabazo”, así es como llamaban al catavino tradicional que se usaba en Tierra de Barros en las alcoholeras. Es tan importante la tradición del calabazo que la indumentaria oficial de la Cofradía del Vino de Ribera de Guadiana incorporó en su capa roja de color burdeos y al sombrero calañés también del mismo color, “un calabazo” de plata. 
 
 
 
 
 
Y qué mejor forma para terminar la celebración del “Capítulo General de la Cofradía” donde se nombran los nuevos cofrades que una comida y grandes vinos. Fueron muchos los que probamos ese día pero me decanto por dos que aún recuerda mi paladar. Uno de ellos La Manzanilla en Rama Pasada “Pastora” de Bodegas Barbadillo.  Se trata de un vino de gran complejidad y muy elegante. Es un vino para disfrutar largo tiempo en la copa, presentando matices de su crianza biológica tanto en nariz como en boca, estando casi al borde de una oxidativa pero manteniendo los matices tan apreciados y característicos de una manzanilla de Sanlucar de Barrameda. Tuvimos la ocasión de probar uno de los 150 magnum que se hacen cada año de la saca de este vino.
 
 
Y por último, el cava Viña Romale Rosado. !!Este cava me enamoro!!. Qué mejor forma de celebrar que hacerlo con un cava rosado de este color, donde la capa y la copa son casi del mismo color en boca.
 
 

Gracias por estar al otro lado!

 Yolanda Hidalgo

PDT: Cuéntame en los comentarios ese vino que te enamoró por sus sabor, aromas, que recomendarías siempre. Estoy deseando conocerlo!!

#cofradiaDelVino #cofrades