Foto de Ángel Briz. De Izquierda a Derecha: Yolanda Hidalgo, Isabel Mijares y Yolanda Piñeiro
La primavera invade las calles de la Emerita Agusta, se siente el olor fresco del azahar en la plaza España y todo acompañado del sol y de la buena temperatura, animan a salir a pasear. Bajando la calle se llega al puente romano, donde al atardecer se ven los pájaros regresar para descansar en los árboles de la Isla. Parece como si estuvieran cubiertos de nieve por la cantidad de pájaros que duermen ahí. Siempre se respira calma paseando por el puente, mirando las murallas del Alcazaba. Todo rodeado del verde de la isla que acompaña al río Guadiana en su paso por Mérida. Es hermosa y pequeña mi ciudad pero con tanta historia en sus calles que han visto pasar a romanos, árabes y visigodos. Algo mágico debe tener este lugar cuando ha sido elegido por tan diferentes culturas.
Aquí nació también María Isabel Mijares, una de las mejores enólogas del mundo, profesión a la que ha dedicado toda su vida. Su curriculum es sorprendente y admirable. Licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Madrid y en Enología en Francia realizando un Master por la Universidad de Burdeos, además de diplomarse en Análisis Sensorial de Vinos y Alimentos. Fue en el país galo donde cultivó su pasión por este mundo del vino, siendo discípula de dos eminencias como Emile Peynaud y Jean Ribearu. Además, de los numerosos premios y reconocimientos, es Académica de Número de la Real Academia Española de Gastronomía, Medalla de Oro de la Federación Española de Enólogos, Vicepresidenta honoraria de la Asociación Española de Sumilleres y miembro de la Asociación Española de Científicos. Y este año pasado fue Embajadora de Mérida, Capital Iberoamericana de la Cultura Gastronómica 2016. Un ejemplo a seguir de trabajo, dedicación y pasión, que le ha llevado a ser conocida como “La mujer del vino”.
Isabel es una mujer que enamora con su encanto y alegría, con ese brillo de niña traviesa que siempre hay en sus ojos unido a su gran personalidad e inteligencia, que con sus 75 primaveras sigue aún en activo, llevando por todos los continentes del mundo a su querida Extremadura y a su ciudad. Y como “nunca es tarde si la dicha es buena”, este año ha sido nombrada hija predilecta de Mérida, ciudad que la vio nacer, crecer y a la que siempre ha estado unida vinculando también a ella a su marido Ives, siempre discreto a su lado, a su hija y a sus nietos.
Fue un acto inolvidable con las palabras del alcalde Antonio Rodríguez Osuna y de Pedro Blas Vadillo, delegado de turismo, que seguido de las de Isabel Mijares, llenaron la sala del Centro Cultural Alcazaba de familia y amigos que vinieron de diferentes sitios de España para acompañarla en un día tan importante como el de ayer. El momento más emotivo, sus palabras de despedida.
“Quiero esta Mérida grande, rica e histórica la cual me recibe como Hija que me he sentido siempre. Como dijo Tácito “Donde termina el vino termina la cultura” por eso brindo por Mérida con una copa de vino imaginaría de vinos de España, de Extremadura y del Mundo. Brindo por Mérida por su presente y su futuro, por sus luces y sus sombras con el amor y respeto de una hija predilecta.