Seleccionar página
Domblasco

Domblasco

Domblasco

La bodega Domblasco es sencilla pero espectacular al mismo tiempo. Los vinos de esta finca se hacen “desde el corazón” y eso hace que me enamore de ellos. El vino monovarietal  de garnacha está elaborado y envejecido durante mínimo 8 meses en tinajas de barro y lleva el nombre de esta zona conocido, como Pago de Domblasco.

Es un vino con alma pura, amable y noble, al mismo tiempo. No se clarifica y se filtra sólo al embotellar. Se mantiene la tradición vitivinícola de la zona de Salvatierra de los  Barros, que es una conocida, también, por sus cerámicas de barro, por estos vinos elaborados en tinaja de barro, con tanta historia como su propia bodega que fue un antiguo oratorio. Tras la desamortización de Mendizábal ha acabado transformándose en una bodega. Es curioso, que este paraje acogiera a más de 70 bodegas y que actualmente, sólo la familia de León Martínez de Azcona haya mantenido la tradición vitivinícola de este Pago.

Si lo probáis, notaréis un vino elegante de garnacha con nota de cereza y en boca la frescura del barro de la tinaja con esos recuerdos de tierra detrás una tormenta de verano.

GALERÍA DE IMÁGENES

El vino y las mujeres

El vino y las mujeres

 


Cuando escucho frases como “Este vino es para mujeres”,  ya sé que el vino que nos ofrecen es dulce, afrutado y ligero ¿Tenemos todas el mismo gusto?

Aquí os dejo el enlace al  podcast. Para escuchar hacer click en «El vino y las Mujeres».


             Yolanda Hidalgo
             (Ydalgo Asesoría Enológica)

 
ACINIPO

ACINIPO

 
 La vida se soporta,

tan doliente y tan corta,
solamente por eso….
por sorber el vino de su beso.
En ella está la lira,
y en ella está la rosa

¿Cómo describir las muchas sensaciones que Acinipo me ha regalado en innumerables ocasiones? Sentada bajo la sequoia sempervirens que hay en el jardín de la Finca Sanguijuela, el sol pasa tímidamente por sus ramas centenarias;  llegan hasta mí. Se respira un aire limpio de aromas balsámicos de resina de los árboles que hay alrededor; el suave romero también hace acto de presencia recordándome un paseo por la sierra una tarde fría de invierno. Doy un pequeño sorbo a la copa; suave y sedoso entra en mi boca, sintiendo a su vez la vida que hay en su interior. Saboreo su espíritu alegre por su equilibrada acidez; elegancia en boca con un sello tan personal que sólo Federico Schatz consigue con sus barricas.   

 

Pionero en la agricultura ecológica- biodinámica en Andalucía, sabe entender el apego a la tierra, el cultivo respetuoso con la menos intervención posible, aprovechando al máximo las características de la Finca Sanguijuela. Con el pasado como referente y sensible al poso arraigado de la historia, tanto de la viña como de quienes están unidos a ella;   extrae los matices y aderezos que la tierra le brinda en un lenta pero intensa, relación con el entorno, personal y natural.
 
 
Imagen de Bodegas Schatz

De su Alemania natal, Federico trajo una variedad inédita en España (la “Lemberger”) que se cultivaba en algunas zonas de Alemania, Austria y Hungría. Un vino muy original debido a que es la única bodega en España que tiene un “monovarietal” de Lemberger. Pero Acipino no es sólo un vino, también es una ciudad con mucha historia. A pocos kilómetros de la Finca Sanguijuela donde se elabora, existe un yacimiento arqueológico muy importante. Los restos más antiguos se remontan al Neolítico, teniendo continuidad con la Edad de Cobre y del Bronce, aunque fue en la época romana cuando vivió su mayor esplendor en el siglo I d.C.
 
 
Imagen cogida de archivo: Yacimiento de Acinipo (Ronda)

En el periodo romano donde Ronda era conocida como Arunda, se desarrolla una gran actividad económica en torno a la ciudad de Acinipo. Prueba de ello son las monedas encontradas, en las que, curiosamente, se puede ver acuñada un racimo de vid. Esta intensa actividad comercial decae a lo largo del  Siglo III y en el siglo VI mudando este núcleo de población a Arunda, la actual Ronda.
 
 
 
Llama la atención que Acinipo se conozca también como “Ronda la Vieja”por ser considerado como antiguo asentamiento de esta ciudad; cuando en realidad, ambas ciudades coexistieron en el tiempo. Y como en otras zonas de Europa, también se vio afectada por la entrada de la filoxera en los años 1878, desapareciendo en parte la vitivinicultura. Durante este tiempo la tierra de vino de Acinipo permaneció dormida hasta septiembre de 1982, donde un aventurero y emprendedor Federico Schatz, llegó a Ronda; encontrándose las condiciones adecuadas en la Finca la Sanguijuela para llevar a cabo su proyecto de una bodega familiar.

 La finca ya contaba con una pequeña viña, así que prácticamente fue llegar y ponerse manos a la obra, sacando ese mismo año su primer vino. La experiencia sirvió para comprobar que, a pesar de la antigüedad de las cepas, la calidad no era la esperada; empezando así una ardua tarea que duraría desde 1982 hasta 1995. Ensayando con variedades y portainjertos para encontrar los seis tesoros Schatz. Iniciativa a la que se unió en los años 90 nada menos que el  príncipe Alfonso de Honhelohe. Toda una aventura ya que a pesar de la historia vitivinícola de Acinipo, en aquel momento Ronda no era una zona apta para plantar viña.

Imagen de  Bodegas Schatz


Trece años después saca su primer vino al mercado, fruto de mucho trabajo y lucha con la parte administrativa de la Junta de agricultura de Andalucía. Como la finca contaba con una pequeña viña fue más o menos fácil conseguir los derechos históricos de plantación, pero no fue sencillo conseguir un registro como “Bodega de Elaboración Artesanal” porque en aquel momento, en los años 80, no existía un registro que recogiera esa figura.   Al final, después de mucho insistir, consiguió que la bodega Schatz quedará registrada como “Bodega no catalogada”.

 
Imagen de  Bodegas Schatz: diseño de etiqueta nueva de Acinipo
 
No me canso de seguir escuchando y aprendiendo de alguien como Federico, de todo el trabajo realizado estos años y del camino que ha abierto en la vitivinicultura ecológica, el gran labor que tienen sus palabras.

Este año “Acinipo hace 20 años de su andadura”, el buque insignia de la bodega, uno de los seis tesoros a los que en algún momento le dedicaremos su debida atención. Por cierto, Schatz significa “tesoro”, como las joyas o los botines de los grandes piratas que están en el fondo del mar. 

Imagen de  Bodegas Schatz
Aquí os dejo el enlace de la bodega,
http://www.f-schatz.com/

       Yolanda Hidalgo
(Ydalgo Asesoría Enológica)

Más información sobre el mundo el vino en  Ydalgo Asesoría Enológica

Lágrimas

Lágrimas

 
“ Si alguien pretende hacer útil sus lágrimas, dejará de llorar….Yo me acordaba de un día en que mi padre me había reñido y castigado no sabía ya por qué y en qué, llorando apoyada contra la pared de un patio, quise llenar de lágrimas una campanilla azul que corté de una enredadera. Así, pensaba podrían ver juntas todo mi llanto. Pero lo malo fue que dejé de llorar en cuanto me propuse llorar más y contabilizarlo”
 
                                                                                    Antonio Gala, La Pasión Turca

El vino también llora y sus lágrimas son un misterio. Si cogéis la copa y la agitáis suavemente de derecha a izquierda, de manera que el vino impregne sus paredes y las humedezca, aparecerán. Hay que tener paciencia y dejar la copa tranquila. Algunos vino son tímidos y les cuesta expresar sus emociones. Unos segundos y empezará a “llorar” como las gotas de lluvia en el cristal de una ventana. Algunas, se deslizan lentamente, pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida al vino que las espera abajo. Las hay con color en los vinos tintos potentes, como la Malbec,  “lágrimas de sangre” o de pasión por su color.
 
¡Y todo es química!, reacciones físico –químicas que tiene lugar en el vino.  Básicamente, es debido a la diferente velocidad de evaporación del agua y del alcohol que tiene lugar en la pared interior de la copa. El alcohol, siendo más volátil, se evapora más rápidamente que el agua, quedando el agua en mayor proporción en las paredes de la copa. La evaporación es más rápida en el borde superior, siendo  ahí mayor la concentración en agua y también la tensión superficial. El vino que queda ahora en la copa está empobrecido en alcohol y terminan uniéndose las moléculas de agua que se deslizan por el interior.

Y como nosotros mismos, los vinos tampoco lloran igual: los hay con diferente espesor de la lágrima, longitud, distancia entre ellas, su velocidad de caída por el cristal y hasta el tiempo de permanencia. A mayor graduación alcohólica, más cantidad de lágrima. Pero, también intervienen otros componentes del vino como el glicerol, los minerales, y los azúcares residuales. 
 
El glicerol es un tipo de alcohol producido durante la fermentación, aunque hay variedades de uva que ya  tienen glicerina antes de la fermentación, haciendo que estos vinos sean más ricos en glicerina y por lo tanto, más untuosos. Los azúcares residuales son los que quedan después de la fermentación y por último, los minerales son los propios de la uva donde el tipo de suelo es muy importante. Todos los vinos tienen agua y alcohol, elementos fundamentales para las lágrimas y dependiendo del viñedo, la variedad  y el proceso de elaboración, tendremos vinos más o menos “llorones”, con muchas lágrimas, como las que aparecen en esta canción de José José.

Pulse para escuchar canción
 

          Yolanda Hidalgo
(Ydalgo Asesoría Enológica)

Más información sobre el mundo el vino en  Ydalgo Asesoría Enológica

 

 
Una Mujer en el vino (AMAVI)

Una Mujer en el vino (AMAVI)

Cuando escucho frases como “Este vino es para mujeres”,  ya sé que el vino que nos ofrecen es dulce, afrutado y ligero ¿Tenemos todas el mismo gusto?.
 
El pasado mes de mayo viví una experiencia muy enriquecedora siendo jurado profesional del concurso organizado por AMAVI, La Asociación de Mujeres Amantes de la Cultura del vino”. Me gustó el enfoque ya que está dirigido a conocer los gustos de las consumidoras habituales. 
 
La cata tenía lugar en el Hotel Vila Real en Madrid, justo enfrente del Palacio de Congreso, así que cogí el metro, dirección Plaza de España. Llegué demasiado temprano, por lo que pude observar cómo iban llegando los demás miembros del jurado, siendo, ni más ni menos que un total de treinta mujer de diferentes zonas de España y de muy reconocida profesionalidad dentro del sector del vino.
 
Como catadora os digo que no es nada fácil, como puede parecer, ser jurado. Hay que ser objetivo y no dejarse influir por los gustos personales de cada uno. También, respetar y valorar el trabajo que hacen las bodegas y viticultores. Lo digo, porque muchos de los catadores de concursos nunca han trabajado en una bodega y no son conscientes del trabajo que supone hacer un vino. Hay una historia detrás de cada botella: poda, enfermedades en la viña por el tiempo, momento idóneo de recogida, posibles contratiempos imprevistos…aunque cada año sea diferente.  Esto es lo que hace que las añadas sean distintas y lo que también las enriquece e individualiza.
 
Los vinos que pasan este primer filtro son catados después por más de 200 mujeres, saliendo de ahí los vinos premiados, los que más les gusten a ellas, ¡claro!.
 
 
Conocía a Sonia Prince de Galimberti la presidenta de AMAVI, una pionera en el mundo del vino que siempre ha apoyado el trabajo de la mujer dentro de este sector. En 1973 conjuntamente con su marido, Massimo Galimberti, inició el proyecto “VINOSELECCIÓN” con el objetivo de dar a conocer al mundo los vinos de las diferentes zonas vitivinícolas españolas; dejando así atrás las modas impuestas en ese momento, cuando sólo se conocía el vino de Rioja. Justo este año AMAVI cumple 20 años, una gran labor fruto de mucho trabajo y dedicación.

De izquierda a derecha: Yolanda Hidalgo y Sonia Prince

 

Ahora mismo las mujeres tenemos un gran protagonismo, pero hace 25 años no era así. La viña, bodega, gerencia, etc. tenían en su dirección a hombres y las mujeres éramos relegadas al laboratorio o administración (oficina). Actualmente trabajamos tanto en el laboratorio como en la bodega. Allí somos tan válidas como ellos. Montamos la bomba con las mangueras para los trasiegos, realizamos las adiciones de productos. Soy consciente de las limitaciones físicas, y es curiosa la reacción de los bodegueros cuando te ven mover, por ejemplo, una barrica. Van corriendo a socorrerte como un gran caballero para evitar que termine haciéndome daño.

 
 
Desde mi punto de vista, vamos tomando poco a poco más protagonismo. Tampoco quiero hacer de esta entrada una guerra de géneros,  con mi experiencia os digo que se trabaja mejor en los equipos formado por hombres y mujeres. Pero llama la atención que  exista tan sólo una como presidenta de un consejo regulador teniendo 69 denominaciones de Origen en España. En cambio en la parte de marketing y divulgación hay más representación y tal vez, esto sea debido a que somos más comunicativas. No sé. ¡Puede ser! En definitiva, el vino sigue siendo un mundo de hombres, aunque las cosas vayan cambiando poco a poco. Y no es nada fácil, siendo un sector conservador y tradicional.
 
Para terminar, me quedo con las últimas palabras que dijo Sonia Prince antes de comenzar:

                  “Saber beber es saber vivir. Llenar las copas de vinos y a disfrutar”
 

 

           Yolanda Hidalgo
(Ydalgo Asesoría Enológica)

Más información sobre el mundo el vino en  Ydalgo Asesoría Enológica
Enólogo: Bota, bata, corbata o tacones

Enólogo: Bota, bata, corbata o tacones

Yolanda Hidalgo (enóloga) en la Bodegas Joaquín Fernández en Ronda

 
Este, mi primer artículo, va dedicado a Nerea Pérez, joven enóloga que murió al caer en un depósito de vino, posiblemente a causa de un desmayo por el carbónico de la fermentación.http://www.infobierzo.com/fallece-una-joven-en-salas-de-los-barrios-tras-caerse-al-interior-de-un-deposito-de-vino/128349/
La noticia de Nerea me lleno de conmoción y dolor. Muchas veces no somos conscientes de los riesgos reales que entraña esta profesión, especialmente en vendimia, cuando las jornadas son inacabables. En vendimia uno se juega todo el año.
 
Os preguntaréis qué hacemos los enólogos. Hay gente que me dice “Bonita profesión a la que te dedicas. Me encanta el vino!”. Otros me dicen “¡Qué bien!, ¡todo el día bebiendo vino!”
 
Nuestro trabajo es desconocido -desde mi punto de vista- y sólo se ve de ella el lado romántico y glamuroso, que también lo tiene. Un amigo enólogo me dijo un día: “Yolanda, hay que ser enólogo de bata, bota y corbata”; en mi caso de tacones altos. Y es así. El trabajo de enólogo abarca un abanico tan amplio…
 
Nuestro trabajo empieza en la viña; la base de nuestros vinos está ahí. Uno de los trabajos más importantes es, sin duda, la poda, donde empieza la cosecha. Nos pateamos la viña de arriba abajo, sobre todo en los meses de abril a septiembre. Te levantas por la mañana y lo primero que haces es ver el cielo y la página de aemet: ¿Lloverá hoy? ¿Qué humedad habrá en la viña? ¿Habrá que tratar? Miramos las hojas, los racimos en su crecimiento buscando algún indicio de oidiomildium, ácaros, plagas o enfermedades que hacen que la calidad de nuestros vinos baje.  Y esperamos nerviosos el momento de comenzar la vendimia.
Con las botas llenas de polvo y barro llegas a la bodega y te pones la bata blanca. Revisas los partes de trabajo que dejaste el día anterior. Trasiegos, filtraciones, estabilización, tratamientos de clarificación, barricas… Todos los trabajos hasta tener el vino listo para embotellar.
Pero no todo es vino. También tenemos que hacer otras tareas que a la mayor parte de los enólogos nos gusta muy poco, como a todo el mundo, que es la parte de papeles: libros de agricultura, consejo regulador, inspecciones, calidad-trazabilidad, auditorias…
 
Además de la viña y la bodega nos abrimos a otros espacios. Tenemos una parte social que resulta de la mayor trascendencia, de la que depende que el vino elaborado disponga de la recepción y distribución que merece. Una labor que, personalmente, me gusta y enriquece. Disfruto dando a  conocer a la gente los vinos que elaboramos en catas, ferias y eventos. No hay nadie mejor para ilustrar sobre un vino que el propio enólogo que lo elabora.
 
Y llegamos a la fase final, en el momento en el que los consumidores, la gente, prueba tu vino y… ¡Que ilusión hace el que una persona que acabas de conocer y no sabe que eres tú el que elabora el vino que se está bebiendo y te comenta: “¡me encanta!”. Te sorprende el escuchar, en un momento dado, así, por casualidad, la marca de un vino que tú elaboras y escuchas algún elogio… ¡Ay!, ,eso te llena de orgullo y de una enorme satisfacción. Es lo que realmente anima a seguir adelante.
Pero no os sorprendáis si un día estáis con un enólogo y, de pronto, se pide una cerveza. Creed que resulta de lo más normal.
 

           Yolanda Hidalgo
(Ydalgo Asesoría Enológica)

Más información sobre el mundo el vino en  Ydalgo Asesoría Enológica