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Presencia (Cata 1)

Presencia (Cata 1)

 
Hacia la inmensidad azul, se asomó la misteriosa melancolía….
 
Cuadro de Nicoletta Tomas “Presencia”. La primera vez que vi este cuadro me atrapó….¿Qué nos transmite?
 
 
 
 

 

 
 
Se cata mejor cuando uno está solo, con sus laberintos, tranquilo y sereno. 

Os hablaré en algunas entradas sobre la técnica de cata, para que con unas pequeñas nociones podáis disfrutar más y mejor del vino, ¿Estáis preparados? 

La cata consta de tres fases: visual, olfativa y gustativa. Empezaremos por la fase visual, donde nuestros ojos serán los principales protagonistas. Recordaréis frases como “ojo por ojo” o “el mundo se quedará ciego” o  “los ojos son el espejo del alma”. Seguro que alguna vez vuestras madres os han dicho “comes más por los ojos que por la boca” cuando os ponía algo que os gustaba mucho. La verdad es que, si algo no nos entra por los ojos, no queremos ni probarlo.
 
Por eso, para no dejarse influir por el aspecto o color, ciertos paneles de cata utilizan copas negras en la fase olfativa y gustativa, dejando las copas transparentes sólo para la fase visual del vino y realizándose esta fase la última, para que no interfiera en las demás.  Así es como se hace en el panel de cata, al cual pertenezco.
 
La primera cuestión que hay que  tener en cuenta es la limpidez del vino. Lo normal es que los vinos embotellados estén limpios y brillantes. Podemos ver alguna partícula en suspensión, dependiendo de lo limpias que estén las copas o algún precipitado de materia colorante. (Ya profundizaremos más este tema). Si se diera el caso de catar un vino en rama, es decir, un vino que todavía no está preparado para embotellar, el aspecto que presentaría sería turbio.  Eso no quiere decir que este malo, simplemente que aún le faltan varios procesos para estar listo. Aquí os podría contar un motón de anécdotas pero me quedo con la expresión una señora de un grupo que visitó la bodega. Acabamos de terminar vendimia, le di a probar un rosado, directamente del depósito, recién terminado de fermentar. Miró extrañada la copa que le di  con un color espectacular y una fruta de ensueño, pero turbio. Toda una sorpresa para ella, pero es que ¡los vinos son así!
 
No quiero que penséis tampoco que el aspecto no es importante, todo vino se merece que lo miren, pero la vista no es lo más importante, el placer que nuestros ojos nos pueden proporcionar no es nada comparado con lo que la nariz y la boca nos pueden hacer sentir.

El siguiente paso es el color, que nos dará mucha información sobre su edad o su elaboración. Aquí nos encontramos con una amplia paleta de colores que van en el caso de los tintos, desde los violáceos hasta los tejas. Nos fijaremos también en la intensidad, tonalidad y el matiz de un vino, conceptos de  los cuales os hablaré más adelante.

Para terminar y así enlazar el cuadro con la fase visual del vino. Deciros que  el valor de un cuadro, como en un buen vino, también se percibe a través del color.
 

            Yolanda Hidalgo
(Ydalgo Asesoría Enológica)

Más información sobre el mundo el vino en  Ydalgo Asesoría Enológica
Contenido y/o continente

Contenido y/o continente

 
Recuerdo una anécdota un día comprando en una vinatería. Estaba buscando unos vinos concretos para un curso de cata y, después de encontrarlos y curiosear por los estantes, acabé comprando un decantador pequeño. Estando en la cola para pagar, un señor que estaba delante de mí  me miró, sonrió  y me dijo: “también el continente es importante”. No tuve duda de que se refería al decantador.
 
Y es que en una buena copa el vino sabe mejor. Es más, si no es en una determinada copa, ciertos vinos no logran dar su verdadera expresión. No se trata de una cuestión de glamour ni de afectación, tampoco de afectación e impostura, es una simple cuestión de física y aun me atrevería decir que de química. Las formas y materiales de que están hechas las copas para determinados vinos y licores no son en absoluto casuales y gratuitos. Son fruto de la experimentación y de la experiencia, que ha ido aunando con el tiempo el contenido y el continente.
 
Tampoco hay que hacer de vidrios y copas un alarde de menaje y cristalería. Tampoco resulta necesario tener en casa una copa para cada tipo de  vino. Os diré que es lo que realmente se necesita para poder resolver, con pocos medios, las exigencias básicas para poder beber cualquier tipo de vino.  Sin duda hay que disponer de copas de cristal transparente para poder ver bien el color del vino y que el cristal sea bueno –tampoco es imprescindible que sea de Bohemia-. ¿Cómo sabemos si es bueno? Sin que sirva para aplicarlo a otros lugares y superficies, basta con un pellizco. Si al pellizcar el borde de la copa con las uñas hacia arriba suena un “clic”, largo y sonoro,  estamos entonces ante una copa de buen cristal.

Imagen: Yolanda Hidalgo Sánchez

La segunda cuestión a tener en cuenta es la forma de la copa y atender a su nominación. Os preguntaréis por qué las copas toman  el nombre de variedades de uvas o de las zonas de vitivinícolas. Y es que cada tipo de vino tiene una copa. Tenemos, por ejemplo,  la copa tipo Burdeos que es grande, ancha y nos permite mover el vino para oxigenarlo, o la copa jerezana tipo catavino pero más estrecha y pequeña. Estos dos modelos resultan imprescindibles para poder apreciar y beber adecuadamente uno y otro tipo de vino.

De manera general, debemos fijarnos también en que la parte de arriba de la copa sea más cerrada que la parte de abajo, para que cuando movamos el vino los aromas se concentren en la parte de superior y podamos apreciarlos mejor.
 
Para completar el ajuar no hace falta añadir muchos más tipos de copas en casa ni demasiadas unidades de cada uno de ellos. Es aconsejable, siempre y cuando uno sea un tanto esquivo y no acostumbre a invitar a gente a su casa, el disponer como mínimo seis copas grandes tipo Burdeos o Borgoña que sirven tanto para blanco como para tinto, y otras seis copas de champagne para las grandes ocasiones, además de los citados catavinos que sirven para distintos olorosos que van desde el Jerez al Oporto.
 
Recuerdo que cuando era pequeña, veía en las bodas unas copas anchas tipo Martini para el cava o champagne. Seguro que alguno de vosotros las seguís viendo en casa de vuestros padres. Cuando digo copa de champagne me refiero a las copas aflautadas y alargadas donde el desprendimiento de burbuja se ve mejor y se aprecian mejor los aromas. Las copas de boca ancha mejor usarlas para cócteles diversos o para un vermut con unas aceitunas. ¡Delicioso!
 
Perdonad si los enólogos somos en este tema un tanto “maniáticos”. No sólo es cuestión de disfrutar de los aromas y sabores en las mejores condiciones, en nuestro caso las copas son  una herramienta de trabajo.
 
             Yolanda Hidalgo
(Ydalgo Asesoría Enológica)

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