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ACINIPO

ACINIPO

 
 La vida se soporta,

tan doliente y tan corta,
solamente por eso….
por sorber el vino de su beso.
En ella está la lira,
y en ella está la rosa

¿Cómo describir las muchas sensaciones que Acinipo me ha regalado en innumerables ocasiones? Sentada bajo la sequoia sempervirens que hay en el jardín de la Finca Sanguijuela, el sol pasa tímidamente por sus ramas centenarias;  llegan hasta mí. Se respira un aire limpio de aromas balsámicos de resina de los árboles que hay alrededor; el suave romero también hace acto de presencia recordándome un paseo por la sierra una tarde fría de invierno. Doy un pequeño sorbo a la copa; suave y sedoso entra en mi boca, sintiendo a su vez la vida que hay en su interior. Saboreo su espíritu alegre por su equilibrada acidez; elegancia en boca con un sello tan personal que sólo Federico Schatz consigue con sus barricas.   

 

Pionero en la agricultura ecológica- biodinámica en Andalucía, sabe entender el apego a la tierra, el cultivo respetuoso con la menos intervención posible, aprovechando al máximo las características de la Finca Sanguijuela. Con el pasado como referente y sensible al poso arraigado de la historia, tanto de la viña como de quienes están unidos a ella;   extrae los matices y aderezos que la tierra le brinda en un lenta pero intensa, relación con el entorno, personal y natural.
 
 
Imagen de Bodegas Schatz

De su Alemania natal, Federico trajo una variedad inédita en España (la “Lemberger”) que se cultivaba en algunas zonas de Alemania, Austria y Hungría. Un vino muy original debido a que es la única bodega en España que tiene un “monovarietal” de Lemberger. Pero Acipino no es sólo un vino, también es una ciudad con mucha historia. A pocos kilómetros de la Finca Sanguijuela donde se elabora, existe un yacimiento arqueológico muy importante. Los restos más antiguos se remontan al Neolítico, teniendo continuidad con la Edad de Cobre y del Bronce, aunque fue en la época romana cuando vivió su mayor esplendor en el siglo I d.C.
 
 
Imagen cogida de archivo: Yacimiento de Acinipo (Ronda)

En el periodo romano donde Ronda era conocida como Arunda, se desarrolla una gran actividad económica en torno a la ciudad de Acinipo. Prueba de ello son las monedas encontradas, en las que, curiosamente, se puede ver acuñada un racimo de vid. Esta intensa actividad comercial decae a lo largo del  Siglo III y en el siglo VI mudando este núcleo de población a Arunda, la actual Ronda.
 
 
 
Llama la atención que Acinipo se conozca también como “Ronda la Vieja”por ser considerado como antiguo asentamiento de esta ciudad; cuando en realidad, ambas ciudades coexistieron en el tiempo. Y como en otras zonas de Europa, también se vio afectada por la entrada de la filoxera en los años 1878, desapareciendo en parte la vitivinicultura. Durante este tiempo la tierra de vino de Acinipo permaneció dormida hasta septiembre de 1982, donde un aventurero y emprendedor Federico Schatz, llegó a Ronda; encontrándose las condiciones adecuadas en la Finca la Sanguijuela para llevar a cabo su proyecto de una bodega familiar.

 La finca ya contaba con una pequeña viña, así que prácticamente fue llegar y ponerse manos a la obra, sacando ese mismo año su primer vino. La experiencia sirvió para comprobar que, a pesar de la antigüedad de las cepas, la calidad no era la esperada; empezando así una ardua tarea que duraría desde 1982 hasta 1995. Ensayando con variedades y portainjertos para encontrar los seis tesoros Schatz. Iniciativa a la que se unió en los años 90 nada menos que el  príncipe Alfonso de Honhelohe. Toda una aventura ya que a pesar de la historia vitivinícola de Acinipo, en aquel momento Ronda no era una zona apta para plantar viña.

Imagen de  Bodegas Schatz


Trece años después saca su primer vino al mercado, fruto de mucho trabajo y lucha con la parte administrativa de la Junta de agricultura de Andalucía. Como la finca contaba con una pequeña viña fue más o menos fácil conseguir los derechos históricos de plantación, pero no fue sencillo conseguir un registro como “Bodega de Elaboración Artesanal” porque en aquel momento, en los años 80, no existía un registro que recogiera esa figura.   Al final, después de mucho insistir, consiguió que la bodega Schatz quedará registrada como “Bodega no catalogada”.

 
Imagen de  Bodegas Schatz: diseño de etiqueta nueva de Acinipo
 
No me canso de seguir escuchando y aprendiendo de alguien como Federico, de todo el trabajo realizado estos años y del camino que ha abierto en la vitivinicultura ecológica, el gran labor que tienen sus palabras.

Este año “Acinipo hace 20 años de su andadura”, el buque insignia de la bodega, uno de los seis tesoros a los que en algún momento le dedicaremos su debida atención. Por cierto, Schatz significa “tesoro”, como las joyas o los botines de los grandes piratas que están en el fondo del mar. 

Imagen de  Bodegas Schatz
Aquí os dejo el enlace de la bodega,
http://www.f-schatz.com/

       Yolanda Hidalgo
(Ydalgo Asesoría Enológica)

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Burbujas de ilusión

Burbujas de ilusión

Hemos recibido el año con nuevos deseos y proyectos; y hemos brindado con un vino que con sólo nombrarlo o, más bien, escucharlo, enseguida lo asociamos a la ilusión de que todo se cumpla: el champán o cava. Dos vinos emparentados a los que nos cuesta diferenciar, como dos gemelos traviesos a los que hay que buscar su secreto.
El champagne es el nombre reservado para designar a los vinos espumosos producidos en la región francesa de Champagne; sin embargo, el cava se elabora en una serie de municipios de España que por antigüedad, desde 1986, tienen como privilegio este tipo de vino. En las demás zonas fuera de este ámbito sólo lo pueden llamar como “vino espumoso”. No como champagne o cava, aunque el método sea el mismo.

Imagen de Yolanda Hidalgo (Ydalgo Asesoría Enológica)

 

 
¿Cómo conseguimos encerrar a esas burbujas? ¿Cuál es el misterio? Básicamente, es debido a una segunda fermentación que tiene lugar dentro de la botella. El proceso comienza eligiendo un buen vino base, al que se le adiciona una cantidad de azúcar además de levaduras, ingredientes esenciales para que se lleve acabó la fermentación. El desprendimiento de gas carbónico que tendrá lugar como consecuencia, se quedará en solución en el vino y originando, a la vez, un sedimento que son las levaduras muertas o dicho de otra forma “lías”. La reacción de este sedimento con el vino, producen la llamada “autolisis de las levaduras”, una pieza clave para proporcionar al vino ese sabor  tan característico que tienen los vinos espumosos. Cuanto mayor es el tiempo de contacto con las lías, mayor será la complejidad y calidad del vino.
Este sedimento que tantas cosas positivas nos aportan, se quita cuando el vino está listo para salir al mercado; por eso, no vemos estos posos en las botellas. Para quitarlos se pone las botellas en punta, cada vez más inclinadas para que los sedimentos se depositen en el extremo. El siguiente paso, es congelar el cuello de la botella para que, como si fuera una estrella fugaz o un fuego artificial, salga despedido en forma de “tapón de hielo”.
Pero aún no hemos terminado, nos queda “rellenar botella”. Sí, en el proceso anterior hemos perdido vino que habrá que reponer. El vino que se utiliza para rellenar recibe el nombre de “Licor de expedición” por llevar una cantidad de azúcar.  Esta parte es muy importante porque dependiendo de la cantidad del azúcar del “licor”, tendremos diferentes tipos de cava o champagne que encontramos en el mercado; a los que en algún momento le dedicaremos su debida atención.

Terminemos con un  brindis pensando que  «En una copa de champán hay tanto alimento para la mente como placer para los sentidos” Gérard Liger-Belair;
Feliz año nuevo a todos,

 

    Yolanda Hidalgo

(Ydalgo Asesoría Enológica)

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Su piel de otoño

Su piel de otoño

Una vez finalizada la vendimia comienza una de las épocas más espectaculares, el otoño.  A medida que se acorta el día y bajan las temperaturas, las hojas  de la viña comienzan a cambiar de color. Se tiñen de colores amarillos, rojos, ocres… Y nos dice que se va “a dormir”. Necesita descansar, coger fuerzas para el año que viene.
 
 
Imagen de Yolanda Hidalgo: Quinta da Mieira en  Douro Superior (Portugal).
 
Otros colores en cambio, están en plena actividad.  Los ocres y verdes del castaño se mezclan con el rojo del madroño. Los verdes y negros de las aceitunas con las marrones de las bellotas. Y si miramos al cielo, podemos ver los bandos de las aves migratorias en forma de flecha negra como las grullas. Y los amantes de las setas invaden el campo con sus cestas en busca del preciado tesoro. En cambio, la viña se retira dejando a su paso los colores de su “piel de otoño”. Las hojas comienzan a amarillear y a caer al suelo, crujientes y resecas.
 
Imagen de Yolanda Hidalgo: Finca Sanguijuela en Ronda (España).

Desde el punto de vista fisiológico esto es debido a que cuando la cepa deja de crecer en el mes de agosto, se produce el agostamiento del pámpano, es decir, los tejidos empiezan a enriquecerse de sustancias de reservas. Y como consecuencia de este enriquecimiento, se pierde la clorofila modificando su color y adquiere al mismo tiempo más consistencia convirtiéndose en sarmiento. Es en el mes de octubre a noviembre cuando comienzan a bajar las temperaturas  y se produce la caída de la hoja.


 
La viña se ha encargado de alimentar a sus hijos, los racimos, y después cuando ellos se independizan, se empieza a cuidar  a sí misma y coger fuerzas para el año que viene. Como las “hormiguitas” va almacenado comida para el invierno. Las sustancias de reserva que contienen las hojas descienden hasta el brazo, tronco y cuello. Las hojas como consecuencia se amarillean o se tiñen de varios colores, se desecan y caen finalmente. De ahí esos colores tan bonitos que vemos ahora en la viña. Entrando en su reposo invernal. Decansad mis pequeñas…
 
Para terminar me despido con el poema de Juan Ramón Jiménez.
 
Su piel de otoño
muda las hojas verdes
en rojizo ocre. 
La vieja viña
pinta con acuarelas
nuestro paisaje.
Viña de otoño,
que avivas mis pupilas
con tus encantos.

 

Imagen de Yolanda Hidalgo en Ronda (España).
 
Gracias por estar al otro lado.
         
Yolanda Hidalgo

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La fruta acristalada

La fruta acristalada

Sólo hay un vino que al saborearlo, nos recuerda a la uva de origen y es  aquél que ha sido elaborado con la variedad Moscatel. Porque  aunque os parezca sorprendente,  en los demás casos, el sabor del vino difiere bastante al  sabor de las propias uvas con las que sea  elabora.
 
Las uvas de tempranillo no saben a “regaliz”  cuando las catamos en la viña.  Estos matices tan apreciados por los amantes de esta variedad, aparecen después de la fermentación. Y no siempre, ya que todo depende de la maduración de la uva. Esto es lo que hace que cada vendimia sea diferente y “divertida” a la vez.

 
Por eso, un momento muy importante para nosotros es el decidir cuándo será el esperado momento. Nos pateamos la viña cogiendo muestras de uva para ver su estado y catarlas al mismo tiempo.  Y ningún año es igual. Cada uno trae consigo sus propias sorpresas.  En algunas ocasiones muy gratas, como un nido entre los racimos y sarmientos y otras no tanto. En una viña cerca de Redondo (Portugal), en la que se notaba que hacía mucho tiempo que nadie pasaba por allí, me saludo alegremente una araña más propia de una inhóspita selva que de una viña. Pero estas y otras cosas más, es lo que le da cierta vitalidad e identidad a una vendimia.
 
 
 
Se puede aprender a diferenciar las variedades de uva por las hojas o por la forma del racimo, a esto se le conoce como ampelografía. Se trata de una palabra compuesta por “ampelos” que en griego significa ‘vid’ y de “grafos” que significa ‘descripción. Y es que las variedades de uvas son como las personas, como cada tiene su carácter y su personalidad. 
 
Las hay que te enamoran a primera vista, como fue mi primera cita con un Petit verdot, todo elegancia y discreción, al mismo tiempo que carácter. Otras son atractivas y seductoras como la Syrah.  También, las hay gorditas y simpáticas  como la Garnacha, a veces coloreadas por dentro como la tintorera.  Las extrovertidas como la Tempranillo que no se pierden  ni un “sarao”, están en todos los sitios.  Por el contrario, la introvertida Palomino necesita estar en su bota para poder romper su timidez. En cambio, la Verdejo se hace de notar donde quiera que esté, como el Gewürztraminer. Con este nombre es imposible no dejar huella. Y todas nos ofrecen el exquisito y jugoso jugo de la “fruta acristalada”.
 
Para Juan José Zampini,  los racimos de uva a semejan pasos de la vida. Aquí os dejo algunos de sus versos.
 
Un racimo de uvas semejan pasos de tu vida;
dejando los sabores más variados y dulces
que aun recuerda tu cuerpo, boca y corazón…
 
Un racimo que sus frutos son translucidos y claros
otros vigorosos y fuertes, algunos agrios y amargos
muchos perfumados y maduros  con cepa añeja…

Un racimo de uvas son tus lágrimas cuando brotan
alegres o tristes, salobres o dulces, claras o brillantes
así se refleja la vida en tus ojos mansos y calmos…
  
Un racimo de uvas se asemeja a tu encanto y piel
naturales de mujer dotada de donaires y garbos ,
que contemplo y le canto, por qué eres la miel y el vino…  
 
Un racimo de uvas son tus inquietudes jóvenes
y el bullir de tu sangre fuerte ,alegran a los hechiceros
que preparan sus brebajes de amores y pasiones…
  
Un racimo de uvas dará un buen nectar con un sabor dulce
digno de ser honrado en tu pedestal de Niña Mujer

bella y genuina, colorida y alegre, audaz y amante… 


           Yolanda Hidalgo
(Ydalgo Asesoría Enológica)


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